Robin Hood es la app de trading de moda, entre los adolescentes y los millennials. Conocido por su interfaz amigable, por no cobrar comisiones, y por sus atractivos productos, este paladín del trader amateur está construyendo un imperio financiero utilizando la narrativa favorita de los chicos y las chicas de esta generación. Me refiero a la narrativa clásica de la sublevación del pueblo contra el malvado sistema, un cuento que vende más entradas que un reguetonero en autotuning. Pocas cosas venden tanto como la rebeldía, y los equipos de marketing lo saben. Di que tu compañía combatirá a las fuerzas del mal dándole el poder al hombre común y pronto se llenarán todos los asientos del teatro. Sin embargo, ya sabemos cómo termina esta historia, porque es un disco que ha sonado una y otra vez a lo largo de la historia. ¿Es Robin Hood realmente un héroe? 
Cuando se critican los extremos, uno es atacado por ambos bandos. Estos son tiempos difíciles para los moderados. Claro que el sistema requiere reformas. Existen injusticias. Y obvio que muchas cosas deben cambiar. La innovación es fundamental para el progreso. Sin embargo, esto no quiere decir que la receta sea sencilla. No es solo cuestión de borrar todo y comenzar de nuevo. Es muy irresponsable todo eso de moverse rápido y romper cosas. 
Entonces, un grupo de sujetos en mallas que viven en el bosque Sherwood bebiendo y bailando junto a la fogata todo el día, decidieron que el culpable de todos sus males es el sheriff de Nottingham. La gran solución es “to disrupt”. Es decir, la destrucción de lo viejo para colocar lo nuevo. “Disruption”. Romper los bancos, romper los gobiernos, romper las corporaciones y romper el statu quo. Algo así como la novela de George Orwell, Rebelión de la Granja. Robin Hood es un héroe porque roba a los ricos para darles a los pobres. ¡Viva la causa!
Pero el dinero se va rápido y de pronto la gente se da cuenta que está en medio de un bosque en mallas. No hay luz. No hay agua corriente. El humo huele mal y se queda en la ropa. La comida escasea y cuando llueve todos se mojan. Para colmo de males tampoco hay Wi-Fi. Ahora resulta ser que Sherwood no es el paraíso que Robin prometió. Porque Robin Hood hablaba muy bonito y era muy bueno destruyendo. Pero cuando llegó el momento de construir un mundo nuevo no lo puedo hacer. En realidad, no sabía de plomería ni de planificación urbana. Ignoraba muchas cosas a nivel práctico y no había tenido nunca la responsabilidad de administrar una organización compleja. Criticaba desde la oposición, pero no sabía cómo construir la infraestructura necesaria para poder tener una sociedad funcional. Era un rey de las palabras, pero un mendigo de los hechos. 
Pasa en las películas. Pasa en la vida real. Sobre todo, pasa en la comunidad Bitcoin. Y definitivamente pasa en Robin Hood, la app del momento. ¿Por qué? Bueno, como diría Anton Ego, el exigente crítico culinario en la película de Pixar Ratatouille, con su distintivo acento francés: “No cualquiera puede cocinar”. De hecho, es muy razonable. Sin embargo, en el mundo de hoy, vemos cosas como Greta Thunberg, la activista ambiental adolescente. Una joven que a los 8 años de edad se enteró de la crisis climática y no puede entender por qué se está haciendo tan poco al respecto. Incluso se deprimió, dejó de hablar y dejó de comer. Luego, un buen día decidió protestar frente del Parlamento sueco todos los viernes. Se hizo famosa y ahora habla de manera sumamente contundente ante quien sea. Fue a la ONU y sermoneó a los líderes del mundo en su cara. La gente piensa que por ser una niña es más noble. O sea, ¡Greta presidente!
Es el culto romántico al amateur. Algo así como un elogio a la ignorancia. De alguna manera, parece que el amateur es más puro porque todavía no ha sido contaminado por el sistema corrupto. Entonces, no se escuchan a las autoridades ni a los expertos, pero sí se escucha al carismático influencer en Twitter o YoutubeLa compañía Robin Hood explota eso. Entonces, los millennials piensan que no son multimillonarios, porque a Goldman Sachs no le conviene que ellos sean ricos. Hay una especie de conspiración de las élites contra el pueblo. Una jugada más de los Illuminati. Pero aquí llegó el mesías, Robin Hood, que nos llevará al bosque de Sherwood y de pronto (acento francés):  “Cualquier puede cocinar”. 
Robin Hood ahora cuenta con 3 millones de usuarios. Y muchísimos de ellos se han incorporado en los últimos meses motivados por el “miniboom” del coronavirus. La edad del usuario promedio es 26 años. Y en su mayoría son cuentas relativamente pequeñas. Sin embargo, ofrecen de todo. Acciones, índices, futuros, ETFs, trading on margin, etc. Y cuenta con opciones de apalancamiento extremadamente generosas. Entonces, un muchacho de 20 años sin formación, sin trabajo ni  ingresos puede estar haciendo trading y manejar grandes cifras. 
Robin Hood ha estado mucho en los medios últimamente debido al trágico caso de uno de sus usuarios, Alexander Kearns. Se trata de un joven de 20 años que se suicidó sobre una confusión en torno a un aparente saldo negativo de $730,000 en su cuenta mientras realizaba una operación. Al parecer, la interfaz de Robin Hood puede mostrar un saldo de negativo cuando la transacción todavía no se ha liquidado del todo. Es decir, ese negativo no implica una obligación. Sin embargo, ese joven no sabía eso y malinterpretó lo que vio. Abrumado, decidió quitarse la vida. 
Claro que el tema de Robin Hood va más allá de un suicidio. Muchos en el mundo de los mercados financieros han estado advirtiendo que cosas extrañas están pasando y es posible que los traders de Robin Hood estén muy metidos en eso. Por ejemplo, después de que Hertz Global, la compañía de alquiler de autos, se declaró en bancarrota, las acciones de la compañía subieron drásticamente. Pero también ocurrió lo mismo en varios sectores. El sector hotelero y el de las aerolíneas han registrado alzas considerables después de los peores de días de marzo. Lo curioso es que estas alzas han sido ocasionadas no por ballenas sino por una invasión de compradores pequeños, que está actuando como un cardumen de pirañas. 
¿Qué podría estar ocurriendo aquí? Bueno, que los Robin Hood traders están haciendo “bottom fishing”. Es decir, entran a la app buscan a los grandes perdedores del día y si la compañía está cerca de sus mínimos históricos compran por montones con el dinero que les presta la plataforma.  En otras palabras, los Robin Hood traders están lanzando flechas como locos buscando darle a la manzana sobre la cabeza de la dama, al estilo de Guillermo Tell. ¡Adrenalina pura! Toca aprenderse de nuevo el Ave María porque esto no se puede poner muy feo. 
En la comunidad Bitcoin, escuchamos mucho esa retórica de la “disruption”.  La idea de que hay que quemar al mundo para construir un mundo nuevo sobre las cenizas de lo viejo. La gran revolución. También tenemos el mito romántico del noble amateur. La universidad Youtube y criptotwitter produce muchos expertos en macroeconomía y política monetaria, que hablan de todos los males del sistema y del glorioso futuro. Los dueños de una verdad absoluta. Ellos siempre aseguran y nunca dudan. He ahí una mala señal. 
Nos guste o no, los sheriffs existen por una razón.  Cierto orden es necesario. El sistema es el sistema por algo. Las utopías suenan muy bonitas en la retórica. Es decir, el cuento del león y el cordero en perfecta armonía. Cualquier puede hablar de la tiranía de las jaulas desde Youtube o Twitter. Y vender la revolución a las masas. Pero el día cuando se abren todas las jaulas en el zoológico es cuando se complica el asunto. Ahí es cuando la revolución se vuelve sangrienta.